Mariano Melgarejo mandó a construir un puente en su pueblo natal, Tarata, para que su caballo blanco pase el río sin ensuciarse las patas. Es una de las muchas historias que envuelven a este pintoresco lugar también conocido como “Villa Colonial”.
Tarata es un pueblo famoso, no solo porque es cuna del nacimiento de personajes reconocidos como el héroe de la independencia Esteban Arze o el popular expresidente, René Barrientos Ortuño entre algunos otros; sino también por esa sensación que transporta al pasado.
Calles angostas aún con piedras, casas coloniales construidas de adobe con puertas de madera y tejados antiguos, templos, museos de historia y un mercado que mantiene características del siglo XX, son una invitación para inevitablemente, mirar atrás.
Este pueblito también es popular por su gastronomía y arte, los famosos chorizos y la chicha, además de los rosquetes, son una fortaleza culinaria tarateña que en días normales y en ferias hacen el deleite de todos los visitantes.
Al llegar a Tarata el punto de referencia es la plaza principal Aroma con el Palacio Consistorial (museo histórico); también se encuentran la Iglesia de San Pedro, con un órgano que data de finales del siglo XVIII; la torre de la Alcaldía, desde donde se puede observar todo el pueblo o las casas de Mariano Melgarejo y René Barrientos que aún permanecen y forman parte del atractivo turístico.
Se dice que este lugar fundado en 1792, fue el primero en Bolivia y en la antigüedad se imprimían libros y otros folletos para las misiones franciscanas en el oriente.
Un paseo agradable y una suave brisa que acompaña las horas, hacen de Tarata un destino disfrutable al cien por ciento y con mucho por recorrer aún; como el pueblo de Huayculi, joya en la producción de cerámica y alfarería, a pocos minutos de ahí. Una historia fascinante que seguro da
para un próximo capítulo.
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Tarata es un pueblo famoso, no solo porque es cuna del nacimiento de personajes reconocidos como el héroe de la independencia Esteban Arze o el popular expresidente, René Barrientos Ortuño entre algunos otros; sino también por esa sensación que transporta al pasado.
Calles angostas aún con piedras, casas coloniales construidas de adobe con puertas de madera y tejados antiguos, templos, museos de historia y un mercado que mantiene características del siglo XX, son una invitación para inevitablemente, mirar atrás.
Este pueblito también es popular por su gastronomía y arte, los famosos chorizos y la chicha, además de los rosquetes, son una fortaleza culinaria tarateña que en días normales y en ferias hacen el deleite de todos los visitantes.
Al llegar a Tarata el punto de referencia es la plaza principal Aroma con el Palacio Consistorial (museo histórico); también se encuentran la Iglesia de San Pedro, con un órgano que data de finales del siglo XVIII; la torre de la Alcaldía, desde donde se puede observar todo el pueblo o las casas de Mariano Melgarejo y René Barrientos que aún permanecen y forman parte del atractivo turístico.
Se dice que este lugar fundado en 1792, fue el primero en Bolivia y en la antigüedad se imprimían libros y otros folletos para las misiones franciscanas en el oriente.
Un paseo agradable y una suave brisa que acompaña las horas, hacen de Tarata un destino disfrutable al cien por ciento y con mucho por recorrer aún; como el pueblo de Huayculi, joya en la producción de cerámica y alfarería, a pocos minutos de ahí. Una historia fascinante que seguro da
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