A prisa y presos de la tecnología


Hace años fijar una cita para encontrarse en un lugar a hora específica era casi mágico. No había celular para mandar un mensaje o llamar diciendo “estoy a 15 minutos”, “tuve un inconveniente, espera por favor”, “estoy en la congestión, llegaré tarde”, y otro montón de justificaciones a una vida llevada a prisa y peleada con el tiempo.
Chatear, revisar el mail, responder los mensajes de WhatsApp, recibir notificaciones, mantenerse informado, tuitear, actualizar la foto de perfil, programar la agenda, jugar, ver vídeos… ah y también llamar, son varias de las acciones que acaparan la rutina de los internautas desde su Smartphone u ordenador, cada día.
Según el informe “Panorama mundial: dividendos digitales” del Banco Mundial publicado en enero de 2016 el acceso a internet pasó de 1.000 millones de habitantes en 2005 a 3.200 millones de personas en 2015 que tienen acceso en el mundo. Sin embargo todavía el 60 por ciento de la población todavía no tiene acceso a este servicio.
En  promedio, 8 de cada 10 personas del mundo en desarrollo posee un teléfono móvil, y esta cifra aumenta continuamente.
En Bolivia las conexiones a internet crecieron en 45,5 por ciento, de 4.981.693 a 7.251.366, entre diciembre de 2014 y el mismo mes de 2015, según el informe “Estado de situación de Internet en Bolivia” emitido por Autoridad de Fiscalización y Supervisión de Telecomunicaciones y Transporte (ATT).


Muchos debates han surgido sobre lo positivo y negativo de la “hiperconectividad”. Estar siempre informados y poder resolver muchas cosas con solo unos clicks es una sensación que refuerza la idea de lo importante que resulta ser amigo de la tecnología; pero también está el agobio de la dependencia.
En las plazas y espacios públicos es cada vez más raro encontrar a alguien que no esté con el celular, incluso en las calles, cuando se va caminando sin mirar las señales o semáforos.
“Sí uso bastante el celular, chateo con mis amigos, me llaga información, todo el rato estoy consultando, es parte de mi vida”, dice Carla, una joven de 17 años que no concibe su rutina sin estar conectada.
Así como ella, muchos condicionan sus actividades a la tecnología, pero también hay quienes creen que no es tan bueno ni necesario estar tan sumergidos en ella.  


¿Qué tanto haces en el celular?

En un almuerzo familiar no es extraño ver que las esperas o silencios incómodos son camuflados por el uso de celular de parte de los hijos. A veces ni en este espacio de relación interpersonal es posible desprenderse de él.
La molestia de los padres es frecuente y los berrinches de los hijos también.
Hay un choque cultural que se explica porque “los adolescentes no han nacido en un espacio no conectado” por eso es difícil para ellos comprender los cuestionamientos sobre esto, explica Marcelo Durán, director de la agencia Bithumano.
“Estamos entregando nuestro tiempo a la tecnología y la tecnología está haciendo de ese tiempo un mercado, queremos llenar espacios, no podemos estar sin estar conectados, necesitamos estar ocupados en algo”, añade el experto.
Así, diferentes generaciones se han definido de acuerdo a intervalos en el tiempo.
Generación Z: Son personas nacidas entre la mitad de la década de 1990 y los primeros años del 2000 (aunque aún persiste cierto debate sobre este punto), y están próximos a entrar a la fuerza de trabajo mundial.
Millenials: Término que define a los nacidos entre 1981 y 1995, aproximadamente. Jóvenes  entre 20 y 35 años que se hicieron adultos con el cambio de milenio y son la futura generación de consumidores y usuarios, un mercado sustancial con nuevas características, necesidades y  demandas.
Hace algún tiempo un vídeo del experto en liderazgo Simon Sinek, que explica una interesante  visión del comportamiento de los milenials en el lugar de trabajo, fue muy comentado por los internautas.






Generación X: Personas nacidas entre 1960 y 1984, tienen entre 30 y 54 años y son hijos de los Baby Boomers y padres de los Millenials. Mueven al mundo a nivel laboral y económico y obtienen su nombre gracias a la dificultad de la generación anterior para entenderla.
Baby Boomers: Son los adultos mayores. Es el segmento que considera el rango de edad más amplio y su nombre viene resultado del boom de nacimientos que se dio durante el segundo y tercer cuarto del siglo XX. Hace referencia a personas nacidas entre 1933 y 1960, aunque la oficina de Censos de EU considera a los Baby Boomers como los nacidos entre 1946 y 1964.
Generación silenciosa: Está conformada por los nacidos entre 1925 y 1945, llegaron al mundo o crecieron durante la Segunda Guerra Mundial y que estuvieron expuestos a un comportamiento austero tras la Gran Depresión, lo que les hizo convertirse en totalmente silenciosas.

Desintoxicación digital

“Debemos gobernar el celular y no dejar que nos gobierne”, dice José Tórrez, especialista en redes sociales, que lleva un año “libre” de WhatsApp.
El problema, según Tórrez es que estar sin celular nos provoca una ansiedad muy difícil de sobrellevar, algo que puede sumergir a las personas en el denominado FOMO (Fear of Missing Out) o miedo a perderse algo.
“Te llegan las notificaciones y tienes la necesidad de ver inmediatamente quién es o qué pasó o cuando estás ‘desconectado’ y vas caminando por la calle te siguen llegando las notificaciones, no sales de esa ansiedad y la mayoría de las veces no es importante”, explica.
Vivir en ansiedad eterna sabiendo que constantemente ocurren cosas y no poder prestarle atención a todas, es lo que provoca FOMO. Se considera que casi dos tercios del total de usuarios de las redes sociales en el mundo padecen este síndrome.
“Me gusta mostrar al mundo la persona que soy y las cosas que me gustan hacer o decir lo que pienso en ciertos temas, es mi forma de estar conectada”, dice que Verhu de 28 años que además confiesa ser “adicta” a Snapchat.
En los conciertos las luces que más brillan son las de los celulares y ante una deliciosa cena, documentarlo primero antes de darle el primer bocado es cada vez más común. ¿Hasta que punto ese compartir puede llevarnos a pasar los límites?
Tórrez recomienda dejar poco a poco el celular y tomar conciencia de que nada que sea tan importante se puede avisar por Facebook, porque se recibirá una llamada directamente.
Un consejo útil para comenzar la desintoxicación digital es no dar permisos a las aplicaciones para recibir notificaciones de todo. “El control absoluto debe ser de la persona, hay que ser dueño de la conexión y evaluar cuáles son las aplicaciones más imprescindibles y de cuáles me gustaría recibir notificaciones”, asegura Tórrez.
Sin embargo, esto depende de la disciplina de cada persona y de la actividad laboral que realiza.
Empezar por un fin de semana disfrutando algo que no sea estar pendiente de la pantalla de celular o la televisión, es un buen paso para la desintoxicación digital.
 Algunos expertos comentan sus percepciones sobre el tema:
¡Alto! Que llevo prisa

“Nadie está tan ocupado como para no encontrar tiempo para contarle a todo el mundo lo ocupado que está”. Robert Lemke.

Entre lo urgente y lo importante, la vida rompió su idilio con el tiempo. Somos cautivos de la ansiedad y el estrés.
“Vivimos el síntoma de la prisa, muchas cosas que hacer y esa sensación de estar ocupado hace que estemos estresados. Hemos perdido la percepción del tiempo, además estamos siempre disponibles y eso nos está quitando los espacios de introspección, de soledad”, dice Marcelo Durán.
Pero tal vez, no estemos tan ocupado como creemos solo que preferimos sentirnos así con más ruido y menos soledad y silencio.
En el mundo del multitasking o multitarea la tecnología encuentra un espacio perfecto.
Hacer cada vez más y más cosas en menos tiempo, para estar menos ocupados y luego ocupar ese tiempo con otras tareas, suena irracional; pero es un hábito que tiene más cabida en el mundo hoy.
Por eso la expresión “el tiempo pasa volando”, es una lógica de lo que vivimos, casi siempre a prisa, muy sumergidos en una pantalla y absortos de lo que pasa alrededor, quizá un hermoso atardecer.
Publicado también en Los Tiempos.


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