Certezas…



Sería genial predecir el futuro y aceptarlo en el presente. Hoy es una de esas noches madrugadas en las que se descubren certezas como esa.

Confesión: No se trata de mí o de ti, sino de nuestros besos de sabores, los trasnoches fortuitos y ese par de textos nada prosaicos con alta dosis de mentira. Queda claro, ni tú ni yo, solo el invento de un “nosotros”.

Te extraño en mi noctambulismo porque pienso que las horas de sueño perdidas deberían tener un buen motivo y las mías pierden recurrentemente ese camino.

Intento un desapego, aunque preferiría el olvido. Lo sé, es demasiado ambicioso y aunque duela, uno se aferra al recuerdo.

Ligero, vacío, desenfrenado, nostálgico, inquieto, fugaz… todo eso algunas veces  y otras, simplemente perfecto.

Intentando conectar los días para armar una historia, descubrí que prefería la amnesia temporal y la pasión por las 24 horas, aferrarme al presente paso a paso y olvidar el mañana, cosa fácil cuando la mejor versión de ti se apoderaba de mí.

Nunca me enamoré, ahora tengo la certeza. Recuerdo que una vez sucedió algo parecido con demasiadas señales, tiempo perdido y unas cuantas enseñanzas, pero solo eso.

Ese ficticio “nosotros”, me envolvió. Me perdí un poco en tus ojos, otro tanto en tu voz y casi siempre en quién era yo contigo. Pura utopía, nada de amor.

Ahora no estás y siento que primero fui yo la que partió intentando darle un punto final a esto pero sin el valor suficiente para hacerlo. No lo conseguí… aún. 

Última certeza: tampoco tú me has olvidado.



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