Parabas: bellas únicas y amenazadas


Imaginar un amor para siempre parece imposible en este tiempo; pero en el mundo animal vivir y sobrevivir con una sola pareja, es real. Volar, alimentarse y criar a sus pichones en perfecta sintonía con el otro.

Esa es la historia de la Paraba Frente Roja (Ara rubrogenys), una especie en peligro de extinción que vive principalmente en Cochabamba y en algunas zonas de Santa Cruz, Chuquisaca y  Potosí, aunque durante el año se mueve de un lugar a otro.

Una combinación llamativa de colores entre verde, azul, amarillo, naranja y claro, la frente roja, hacen de esta ave una especie única y por tanto deseada. La belleza tiene un precio.

Su situación es crítica por la caza y persecución de la que es víctima como plaga del cultivo de maní y maíz; recolección de pichones para el comercio ilegal en mercados internos y externos; y el deterioro de su hábitat natural, principalmente por la introducción del ganado caprino en los valles secos.

Así como ella, la Paraba Barba Azul (Ara glaucogularis), monógama por naturaleza y que habita la región del Beni, también está amenazada. Su hermoso plumaje azul en el lomo y amarillo en el pecho, además del tono azul debajo su pico negro cubriendo la garganta, es una tentación para los cazadores.

A pesar de que la exportación de esta ave está prohibida desde 1984, aún el tráfico continúa, alcanzando hasta 15.000 dólares su costo en el mercado internacional. Está considerada en peligro crítico.

Los procesos naturales de la evolución han hecho que millones de especies en el mundo desaparezcan, pero el mayor predador sigue siendo el hombre y su ambición.

Cada año, aves silvestres que son extraídas de su medio natural, mueren antes de ser vendidas, debido a que los métodos empleados durante las capturas furtivas y las condiciones precarias de transporte y acopio no son las apropiadas.

A pesar de que en la actualidad muchas organizaciones como la Fundación Armonía trabajan en programas de concientización, la amenaza es latente y la alerta continúa.

Bulliciosas, juguetonas y algo temerosas, es la imagen que guardo de las parabas que conocí durante algunos recorridos donde se me hizo inevitable pensar en la libertad, aquella que debería garantizarse solo por el hecho de existir y para que haya un día, más historias de amor o aventuras en el cielo por contar.

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