Nos vemos en El Correo”, probablemente sea la frase más popular para el encuentro que da inicio a una noche de diversión en Cochabamba. Lugar ubicado en la intersección de las avenidas Ayacucho y Heroínas, es el punto desde donde se puede empezar a disfrutar de la ciudad y sus luces. En la “llajta”, todos los espacios parecen contar una historia y los locales destinados para el entretenimiento también, porque cada ambiente es diferente, marca un estilo.
Muestra de ello es la calle España y alrededores, conocida por la cantidad de cafés que se pueden encontrar desde los clásicos hasta los más populares.
También, la avenida Pando y el Boulevard de la Recoleta con “boliches” un tanto más selectos, para “calentar la noche”, hacer la previa charlando, escuchando música, comiendo, apostando en algún juego de mesa, para luego, ir a bailar hasta que el tiempo se vuelva relativo.
Cuando el espíritu es joven, y eso es a cualquier edad, la música siempre está presente. Fiestas temáticas o con alguno de los muchos y variados grupos musicales del momento, se adueñan del gusto de los más alegres. Los karaokes tampoco faltan.
Soy de las que prefieren un pub con una buena banda de jazz y una mejor plática en la mesa; pero también puedo disfrutar del baile y algunas bebidas, claro con la previa de un delicioso plato de comida.
Y afortunadamente en Cochabamba ese es el mejor atractivo turístico, su comida; un factor que posibilita el encuentro de los amigos al inicio o al final de la salida, cuando el cuerpo pide descanso.
Se encuentra todo, a toda hora y para todo gusto y bolsillo. “Las Islas”, una especie de plaza de comidas al paso y los puestos de las “caseritas” en las esquinas de las calles, son tradición.
Hace 12 años llegué aquí y me quedé atrapada por un encanto que deja de ser racional para entenderse como inercia pura hacia un lugar que tiene todo y permite vivir intensamente.
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