Redescubrir el periodismo en la era digital




Hace unos 7 a 10 años hablar del periodismo digital en Bolivia era muy incipiente, la verdad, no se entendía bien qué hacían una o dos personas sentadas frente a sus monitores sin recorrer las calles y salir a la pesca de las noticias. 

Hoy, consumir y generar información a través de internet es lo más común y esto hace que ese trabajo en el escritorio cobre cada vez más sentido, pero también encuentre muchos obstáculos en el camino donde no solo la ética periodística se pone a prueba, sino también la calidad e inmediatez de la información.

Algunos años atrás un artículo me llamó la atención: “Hasta Superman abandona los medios impresos y apuesta porlo digital”.  El motivo era que Clark Kent, alter ego del superhéroe,estaba decidido a crear su propio portal web de noticias, uno parecido al estilo del The Huffington Post.



Una radical decisión que respondía a defender su ética antes que se imponga una línea editorial que iba más por el sensacionalismo en el periódico.

Los cambios se daban tan aceleradamente que todo parecía inclinarse en una dirección, aunque sin claridad en el horizonte. 

Ahora todavía hay dudas y experimentos pero todos apuntan a no prescindir de la tecnología. Y en este contexto los retos para quienes manejan la información en la era digital son mayores y cobran cada vez más relevancia.

Noticias falsas o fake news 

¿Noticias falsas? Internet está llena de ellas. 

¿Quiénes las producen? ¿Quiénes las consumen? ¿Qué repercusiones tienen?

“Fake news” es un término que se atribuye a una información deliberadamente falsa que suele circular por internet.

Según el periodista estadounidense Robert Love de la Columbia Journalism Review, el término actual de “fake news” apareció a finales del siglo XIX.

El 2016 fue el auge de las denominadas noticias falsas difundidas en sitios web poco confiables o casi desconocidos con información deliberadamente fabricada o manipulada, sobre todo aprovechada antes del referendo del brexit en el Reino Unido y también durante las elecciones de EEUU.

De acuerdo a la Asociación de Ciencia y Tecnología de la Información y publicaciones relacionadas al tema, este tipo de noticias pueden clasificarse en tres categorías: reportes a partir de declaraciones o datos no confirmados, informaciones erróneas o fabricadas que buscan beneficiar con algún mensaje político;  y finalmente, las publicadas por medios satíricos, creados para este fin específico.

El año pasado la noticia falsa más popular fue el supuesto apoyo del papa Francisco a Donald Trump en su carrera a la Casa Blanca. El Vaticano tuvo que desmentirla después del impacto que generó en las redes sociales.

Hace poco el papa se refirió a este tema alertando sobre los “peligros de la masificación de la información no corroborada en la era digital”.

Corroborar, una palabra que debe ser fundamento del ejercicio periodístico, cada vez más cuestionado, sobre todo por los políticos enfrentados con la prensa, como el caso de Trump, quien emplea el término, escrito en mayúsculas, en muchos de sus tuits.

“Estoy pensando en cambiar el nombre #NoticiasFalsas CNN a #NoticiasFraudulentas CNN”, escribió recientemente el mandatario estadounidense en su cuenta de Twitter.

“I am thinking about changing the name #FakeNews CNN to #FraudNewsCNN!”

En Europa, un equipo de 11 personas, conocido como East Stratcom, fue creado como un frente contra esta avalancha de noticias falsas, según publica un artículo de The New York Times a principios de este año.

El grupo buscaba desmentir artículos falsos en tiempo real en Facebook y Twitter, y publicaba  reportes diarios y un boletín informativo semanal sobre estas historias para sus más de 12.000 seguidores en las redes sociales.

Este tipo de reacciones le dieron una nueva connotación a las noticias falsas en el ámbito político, pues muchos gobiernos y funcionarios se ayudan de ellas para descartar información que no es de su línea o no los favorece.

Facebook Vs. Fake news

Facebook le declaró la guerra a las noticias falsas, con la implementación de un filtro para que cada vez que los usuarios de la red social marquen una noticia como sospechosa el contenido llegue a  Correctiv -una organización definida como independiente- escogida para comprobar la veracidad. 

El sistema prioriza a través de un algoritmo una acción con rapidez. Quienes compartan contenido de dudosa fiabilidad recibirán una notificación para advertirles. Básicamente funciona así.

Una de las gestiones más concretas de esta nueva estrategia fue la que se dio con la eliminación directa de miles de cuentas establecidas en Reino Unido con la intención de allanar el terreno para las próximas elecciones que se celebraron en junio y evitar así la viralización de noticias falsas. 

Su crecimiento desmesurado en la red, pone en el ojo de la tormenta el trabajo periodístico cuestionando la credibilidad, pero también a los usuarios  sobre cómo o qué deben saber al consumir contenidos en internet.

En el primer caso, esta tendencia obliga a los periodistas a hacerse cuestionamientos profundos y asumir medidas más eficaces para afianzar la verificación de lo que se encuentra en línea.

Para los usuarios, Facebook ha planteado unas 10 ideas interesantes:


1.     Ser escéptico con los titulares, sobre todo cuando son llamativos o escritos con mayúsculas o signos de exclamación.

2.       Revisar la URL (link de la noticia), una dirección falsa o que imita una original puede ser una señal evidente de contenido falso. Muchos sitios de noticias falsas realizan pequeños cambios en las URL de las fuentes de noticias auténticas para imitarlas.

3.       Investigar la fuente.

4.       Mirar si el formato es inusual, muchos sitios de noticias de este tipo contienen errores ortográficos o diseños extraños.

5.       Prestar atención a las fotos, las noticias falsas suelen contener imágenes o vídeos manipulados. 

6.      Comprobar la fecha, el orden cronológico de las noticias falsas puede resultar ilógico, o incluso pueden estar alteradas las fechas de los eventos.

7.       Verificar las pruebas, es importante comprobar las fuentes del autor para confirmar que sean precisas. Si no se aportan pruebas o se confía en expertos cuya identidad no se menciona, es posible que la noticia sea falsa.

8.       Mirar otros reportes periodísticos, si ningún otro medio está reportando la noticia, es posible que sea falsa. 

9.     Verificar si la historia es una broma, se sugiere comprobar si la fuente de donde proviene suele realizar parodias.

1.   Recordar que algunas historias son intencionalmente falsas, compartir solo la información que consideres creíble.

Para los periodistas una muy buena guía en estos casos es la Red Ética Segura de la Fundación Gabriel García Márquez de Nuevo Periodismo (FNPI) que ayuda a probar el olfato del periodista con las “fakes news”.


Posverdad

Es un concepto más amplio, referido a las noticias cuyo eje son las emociones, impresiones o creencias personales, algo que está más allá de un hecho como tal y donde las redes sociales, contribuyen de sobremanera. Una vez más el fenómeno se dio con mucha fuerza durante la época electoral de EEUU.

Pero, ¿por qué culpar a las redes? Las emociones encuentran su lugar en el mundo del social media. Y esta conexión entre la audiencia y los medios a través de ellas condiciona muchas veces las noticias.

"¿Qué pasa cuando la opinión pública rechaza la verdad? Se levanta como un imperio la noticia deseada, la noticia que la opinión pública elige creer", así lo explica el periodista y filósoso Miguel Wiñaski que se refiere a las audiencias como una especie de “tribus masivas” que aceptan ciertas noticias, aunque no haya elementos informativos reales para sustentarlas, y rechazan las que están bien fundadas. 

El estudio publicado en el sitio web de la red de periodistas internacionales del EJN, identifica tres desafíos:

1.    Enfrentar, desde la ética periodística el discurso del odio y de la intolerancia. Esto tiene que ver con las posibilidades de interacción que se abre para la audiencia través de los comentarios en la web o cuentas de redes sociales del medio donde se generan escenarios de debate que muchas veces conducen a la discriminación o violencia.

2.       Discusión ética detrás de la publicación de fotografías virales de violencia y muerte.

3.       Uso correcto de las fuentes y verificación de las noticias online. Muchos de los contenidos que se difunden en los medios formales de comunicación son generados por usuarios que envían el material. La acción correcta del periodista es ponerse en contacto con la fuente original y corroborar los datos.

No se puede negar que estamos viviendo plenamente el tiempo de la posverdad y esto significa un riesgo muy serio para el periodismo cuya esencia es precisamente, la verdad.

Clickbait

Si alguien es usuario regular de internet, seguro estos titulares le son familiares:

“Tuvieron la peor idea y ni te imaginas qué pasó”, “Decidió dejar a su novia, lo que sucedió después te impactará”, “17 cosas que solo la gente que ama dormir entenderá”, “Si eres de los 90’s estos recuerdos te encantarán”.

Algo así como un interesante artículo de Verne de El País que tituló “8 increíbles técnicas que usan los titulares para llamar tu atención (la #9 te sorprenderá)”.

Aquí unas preguntas claves: Cuántos le han dado clic a la noticia para saber los detalles? ¿Por qué lo hicieron?

Sin importar cuál sea la razón, el hecho concreto es que cayeron en un “clickbate”, o también conocido como “ciberanzuelo” o “cibercebo”, como prefiere llamarle la RAE.

El clickbate es un término en inglés que hace referencia a un “anzuelo de clics” sobre los contenidos en la red que apuntan a generar mayor cantidad de visitas y mejorar así la publicidad en una página web a costa de la calidad del contenido.

Este tipo de noticias no es solo de medios considerados más livianos e informales sino de todos hoy, porque es innegable que son noticias que disparan el tráfico del sitio web, y los medios necesitan de ellas; recurren a este tipo de contenidos para hacer un contrapeso con las notas más formales que producen, en el mejor de los casos.

Buzzfied, una "empresa de noticias y entretenimiento social", es por ejemplo uno de los que explota muy bien la forma de “provocar la curiosidad” con los ciberanzuelos. 

Los medios hacen suya esta técnica a pesar de que encuentran algo de resistencia en sus seguidores más fieles y tradicionales.

En las redes sociales del debate siempre resulta candente cuando una de las publicaciones despierta el afán crítico de algunas personas que insultan a los periodistas por, entre otras cosas, “no tener más creatividad para hacer noticias de calidad” o “venderse al sensacionalismo con información que a nadie le importa”. Sin embargo, a pesar de esto, las reacciones en Facebook sobrepasan las 15 K o los 1.8 M views. Entonces, tal vez a muchos les importa o el morbo es más fuerte.


Un ejemplo interesante y bastante creativo de los titulares ciberanzuelo es el artículo: “Así hubieran contado los periódicos la Segunda Guerra Mundial en la era de los titulares clickbait”.

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-          Estados Unidos lanza una bomba nuclear en Hiroshima.
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-         El alto mando nazi será juzgado por los aliados en Núremberg.
Por qué Núremberg es una aberración jurídica (y por qué es necesaria)

Más allá de esa primera impresión algo cómica, el tema lleva a los cuestionamientos más profundos sobre el periodismo y las noticias que se están creando.

La presión por mantener o hacer crecer la audiencia es cada vez más fuerte, el punto en este caso es hasta dónde cede el periodista por cautivar a los lectores.

La realidad es que las noticias se difunden gracias a las redes y si un titular no logra llamar la atención no recibe un clic y el contenido no tiene el impacto esperado; pero por otro lado, si se piensa que esta es la única manera de hacer periodismo, entonces todo está perdido.

Conquistar a esa desencantada audiencia no es un trabajo fácil, se trata mas bien de reconquistar y lograr fidelidad, y esto no se logra con los clickbaits sino con calidad, innovación y sello propio.

¿Adónde va el periodismo?

Las notas sobre violencia, muerte, violaciones, delincuencia, inseguridad, espectáculos y farándula, son las más leídas en los sitios de información. Por eso, no es casual que las críticas apunten cada vez más a la ligereza de su producción. 

Los medios están en un camino entreverado entre lo que demanda la sociedad, cada vez más activa y exigente en la era digital y lo que deben darle como contenido los periodistas.

Una tarea nada sencilla pero posible si piensa en lo verdaderamente importante, como lo explica el maestro Rosental Calmon Alves: “Con tantas aplicaciones y herramientas disponibles hoy, el periodista no puede perder de vista el periodismo, ni la necesidad de contar historias relevantes para la sociedad (…) el periodista del nuevo milenio no puede perder de vista los elementos básicos del periodismo: investigar, hablar con personas, hacer trabajo de campo, que es lo que vuelve al periodismo de calidad”.

Ya sea en un soporte de papel o en uno digital, el periodismo no puede dejar de ser humano y cercano a la gente. La ventaja es que ahora hay más alternativas tecnológicas para lograrlo, mientras no se pierda la verdadera esencia, esa que se construye cada día con ética, rigurosidad y calidad, en síntesis, con total apego a la verdad.

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